martes, 10 de septiembre de 2013

Mis Chicas

Este segundo Post se lo dedico a ellas. Me apetece.

Siempre he tenido grandes dificultades para expresarme en público, quienes me conocen saben de buena tinta lo mal que lo puedo llegar a pasar. Lo peor de todo es que esa agonía me acompaña no horas antes, que podéis pensar: lo normal Miriam, todos nos ponemos algo tensos cuando debemos presentar un proyecto, ir a una entrevista de trabajo... etc. No, ese malestar se implanta en mí ser desde el momento que sé que me voy a enfrentar a esa situación, y lo peor de todo es que termino contagiando ese mal rollo y ese mal estar a todo el que está a mi alrededor. Soy consciente.
Esto mismo me sucedió cuando acepté el último trabajo que he tenido hasta el momento de venirme a vivir New Jersey. 

Hace ya bastantes años, cuando todavía estaba en el Instituto me empecé aficionar por el deporte, encontré en él una manera saludable de desahogarme y desconectar. A partir de aquí y sin tener demasiado claro qué hacer con mi vida, qué estudiar y qué no, decidí inscribirme en una escuela de formación deportiva en Tarragona. Me apunté y durante los meses de verano, hice un curso intensivo de monitora de aeróbic, dónde también aprendí hacer clases de step y de tonificación. Este curso me otorgaba la posibilidad de dedicarme profesionalmente a algo que había estudiado. Pues no. El mal estar y el sufrimiento volvían cada vez que tenía alguna oferta de trabajo. Y yo me pregunto: ¿de qué sirven los títulos si no es para ejercer? Pues no. Ahí lo he tenido colgado de la pared durante años sin amortizar ni un sólo centavo ni tiempo invertido.

Pero como ya comenté en el primer post, ser poco racional y muy visceral me ha ayudado en muchas ocasiones. Ésta es una de ellas. Disfruto haciendo lo que me gusta. Disfruto tanto que no os lo podéis llegar a imaginar. Eso sí, lo mío me ha costado.
Mi estratega para combatir los nervios y el estrés era muy sencilla: practicar sin parar hasta "llevarlo al dedillo" de este modo me aseguraba no quedarme en blanco y no tener que improvisar nada. Todo controlado: pasos, tiempos, música, voz, gestos... presencia. Todo controlado. Podemos disfrutar. Y creo que eso fuí consiguiendo clase tras clase, primero 5, luego 7, 10.... el día que éramos 12-13... aquello era una maravilla! Hasta el punto de subir a mis chicas a la tarima conmigo... ¡porque no se cabía en la sala! Uauuuhhh! 
Se me pone la piel de gallina al recordarlo. Al recordaros a vosotras, las que empezasteis conmigo y fuisteis fieles a todas y a cada una de mis clases, incluso cuando no teníais ganas o llevabais un mal día. Ahí estabais, esperando disfrutar conmigo, y yo con vosotras, juntas. Y eso hacíamos. Al inicio tímidas, simplemente marcábamos los pasos, pero luego.... subidón-subidón! Aquello era una auténtica fiesta a las 18h de la tarde! Todas lo bailábamos y lo "gozábamos", tal y como expresabais alguna más de una vez.
Al final ya nos conocíamos, éramos un equipo. Expresiones como: "¡vamos chicas!" "¡culo arriba!", "¡piso-piso!", "¡no os oigo!".... o la más temida.... "¡la de regalo!" Eran ya nuestro vocabulario habitual y todas lo dominabais a la perfección.
No puedo evitar emocionarme al recordar esos momentos que me han hecho sentir tan feliz. Qué tonta soy. Y quizás, con qué poco me conformo, pero es que realmente me ha llenado mucho poder encargarme de estas clases e ir mejorando poco a poco hasta la fecha de hoy. Y... ¿¿¿de los nervios y el mal estar??? ¡De eso ni me acuerdo! Ahora sí que podría improvisar. Por supuesto.

Es curioso descubrir lo que uno puede llegar hacer. Si echo la vista atrás era impensable sacarle rendimiento al título colgado de la pared. Todo tiene su momento, y por circunstancias de la vida ahora había llegado el mío. Y me alegra. Quién sabe, tal vez me pasa lo mismo con la carrera y de aquí a unos años puedo ejercer, solo pido una cosa, que sea cerca de mi gente y contigo.

A mis chicas: Nos vemos en Diciembre y con las pilas cargadas.

Gràcies a tots els que em vau donar la oportunitat de gaudir tant i tant.

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