Siempre he tenido grandes dificultades
para expresarme en público, quienes me conocen saben de buena tinta lo mal que
lo puedo llegar a pasar. Lo peor de todo es que esa agonía me acompaña no horas
antes, que podéis pensar: lo normal Miriam, todos nos ponemos algo tensos
cuando debemos presentar un proyecto, ir a una entrevista de trabajo... etc.
No, ese malestar se implanta en mí ser desde el momento que sé que me voy a
enfrentar a esa situación, y lo peor de todo es que termino contagiando ese mal
rollo y ese mal estar a todo el que está a mi alrededor. Soy consciente.
Esto mismo me sucedió cuando acepté el
último trabajo que he tenido hasta el momento de venirme a vivir New
Jersey.
Hace ya bastantes años, cuando todavía
estaba en el Instituto me empecé aficionar por el deporte, encontré en él una
manera saludable de desahogarme y desconectar. A partir de aquí y sin tener
demasiado claro qué hacer con mi vida, qué estudiar y qué no, decidí
inscribirme en una escuela de formación deportiva en Tarragona. Me apunté y
durante los meses de verano, hice un curso intensivo de monitora de aeróbic,
dónde también aprendí hacer clases de step y de tonificación. Este curso me
otorgaba la posibilidad de dedicarme profesionalmente a algo que había
estudiado. Pues no. El mal estar y el sufrimiento volvían cada vez que tenía
alguna oferta de trabajo. Y yo me pregunto: ¿de qué sirven los títulos si no es
para ejercer? Pues no. Ahí lo he tenido colgado de la pared durante años sin
amortizar ni un sólo centavo ni tiempo invertido.
Pero como ya comenté en el primer post,
ser poco racional y muy visceral me ha ayudado en muchas ocasiones. Ésta es una
de ellas. Disfruto haciendo lo que me gusta. Disfruto tanto que no os lo podéis
llegar a imaginar. Eso sí, lo mío me ha costado.
Mi estratega para combatir los nervios y
el estrés era muy sencilla: practicar sin parar hasta "llevarlo al
dedillo" de este modo me aseguraba no quedarme en blanco y no tener que
improvisar nada. Todo controlado: pasos, tiempos, música, voz, gestos...
presencia. Todo controlado. Podemos disfrutar. Y creo que eso fuí consiguiendo
clase tras clase, primero 5, luego 7, 10.... el día que éramos 12-13... aquello
era una maravilla! Hasta el punto de subir a mis chicas a la tarima conmigo...
¡porque no se cabía en la sala! Uauuuhhh!
Se me pone la piel de gallina al
recordarlo. Al recordaros a vosotras, las que empezasteis conmigo y fuisteis
fieles a todas y a cada una de mis clases, incluso cuando no teníais ganas o llevabais
un mal día. Ahí estabais, esperando disfrutar conmigo, y yo con vosotras, juntas.
Y eso hacíamos. Al inicio tímidas, simplemente marcábamos los pasos, pero luego....
subidón-subidón! Aquello era una auténtica fiesta a las 18h de la tarde! Todas
lo bailábamos y lo "gozábamos",
tal y como expresabais alguna más de una vez.
Al final ya nos conocíamos, éramos un
equipo. Expresiones como: "¡vamos chicas!" "¡culo arriba!",
"¡piso-piso!", "¡no os oigo!".... o la más temida....
"¡la de regalo!" Eran ya nuestro vocabulario habitual y todas lo
dominabais a la perfección.
No puedo evitar emocionarme al recordar
esos momentos que me han hecho sentir tan feliz. Qué tonta soy. Y quizás, con
qué poco me conformo, pero es que realmente me ha llenado mucho poder
encargarme de estas clases e ir mejorando poco a poco hasta la fecha de hoy.
Y... ¿¿¿de los nervios y el mal estar??? ¡De eso ni me acuerdo! Ahora sí que
podría improvisar. Por supuesto.
Es curioso descubrir lo que uno puede
llegar hacer. Si echo la vista atrás era impensable sacarle rendimiento al título
colgado de la pared. Todo tiene su momento, y por circunstancias de la vida
ahora había llegado el mío. Y me alegra. Quién sabe, tal vez me pasa lo mismo
con la carrera y de aquí a unos años puedo ejercer, solo pido una cosa, que sea cerca de mi
gente y contigo.
A mis chicas: Nos vemos en Diciembre y con
las pilas cargadas.
Gràcies a
tots els que em vau donar la oportunitat de gaudir tant i tant.
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