lunes, 23 de septiembre de 2013

Delicias de Manhattan

Para este fin de semana nos organizamos una ruta gastronómica por Manhattan.
Hará 2 meses que aterrizamos en tierras yankees y a día de hoy ni el jamón, ni los espárragos, ni el bonito, ni un fuet de Vic ¡han entrado en nuestra casa! Con lo que me gusta el fuet. Podría comer tanto hasta encontrarme realmente mal, ya sea digestivamente como emocionalmente hablando. Por un lado porque tales cantidades me sientan fatal y luego, porque los remordimientos y el culo que se me pone no me dejan vivir. En fin.

Sábado 21 son las 17h de la tarde. Tenemos claro los planes, hoy los remordimientos los vamos a dejar a un lado. También hay que disfrutar.

Salimos de casa. Para ir a la “gran manzana” cogemos nuestro coche hasta Hoboken, uno de los pueblos límite con el río Hudson. Es encantador, tanto de día como de noche, tanto para pasear un domingo por la mañana como para tomar un cocktel. Además tiene unas vistas insuperables: el skyline de la ciudad desde midtown hasta downtown. Empire State de frente. Alucinante.
Allí cogemos el transporte público. Los trenes Path (Port Authority Trans-Hudson), por casi 5$/persona ida y vuelta nos dejan en el centro de la ciudad en menos de 10 minutos.

Ya hemos llegado. Manhattan a nuestros pies ¡sí señor!

Primera parada: Despaña Brand Foods en el 408-410 de Broome Street, el Soho. Entramos en el establecimiento, sólo con el olor nos embriagamos de todo el manjar que tanto y tanto hemos añorado. Varios jamones colgados, “pata negra from Spain” “serrano ham” (tal y como se anuncia), al corte o la pieza, en bandejas, chorizos, salchichón... ¡fuets! Estamos en nuestra salsa.
Nos disponemos a degustar, por fin, un ibérico rico rico. Con una Estrella y una Moritz en la mano. Placer máximo. Mientras saboreamos nuestra tapita, entablamos conversación con 3 señores asturianos que se encuentran sentados justo a nuestro lado. El tiempo corre, es gente que no conocemos de nada pero que parece que sí. Qué extraños que nos podemos llegar a sentir. Qué raro todo. Miramos el reloj ¡es tarde! El local ya hace más de una hora que ha cerrado sus puertas al público y nosotros tenemos reserva para ir a cenar.

Foto tomada antes de entrar
 Buen provecho. Peix, bar de mariscos en el 151 de Elizabeth Street, Nolita. Nos impulsó venir a este restaurante las buenas críticas que habíamos leído por la red, además de saber que la propietaria es una chica valenciana de pura cepa. Recinto pequeño pero muy acogedor. Con una luz muy tenue y una suave música de fondo que por lo menos, incita a tomar una copa de vino. Cenamos una zarzuela con rise cake, muy buena (casi tanto como la que prepara mi suegra), también un pescado blanco del pacífico, cocinado al horno con ajo y limón. “Please no cheese, no butter”. Delicioso. Rematamos la cena con dos postres: strawberry cake and chocolate cookies with nutella. Ya lo dije, hoy no hay arrepentimientos. 


Volvemos para casa ¡oh no! Llueve. Sin paraguas las calles hasta el Path parecen interminables. No importa, estamos juntos. Nos paramos bajo un toldo pero el agua no mengua. Se nos escapa la risa floja, llegaremos empapados, pensamos. Esto también forma parte de la aventura. Feliz finde. 

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